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Andreessen Horowitz invierte en Cluely, la startup de inteligencia artificial que reabre el debate sobre la propiedad intelectual

Junio 22, 2025

Andreessen Horowitz invierte en Cluely, la startup de inteligencia artificial que reabre el debate sobre la propiedad intelectual

 

Inversión millonaria con un eslogan disruptivo

 

La firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz (a16z), una de las más influyentes de Silicon Valley, ha invertido 15 millones de dólares en Cluely, un startup de inteligencia artificial cuyo eslogan inicial fue “cheat at everything” (haz trampa en todo). La frase, que hoy ya no aparece en su sitio oficial, fue clave en la viralización de la plataforma y refleja el tono provocador con el que esta tecnología irrumpe en áreas sensibles como la educación, el reclutamiento y la generación de contenido.

Esta inversión no solo representa una apuesta por una solución de IA para entrevistas y productividad, sino que pone en el centro del debate global una pregunta clave: ¿hasta qué punto puede la inteligencia artificial transgredir las normas sin vulnerar la propiedad intelectual y los marcos éticos?

 

Cluely y la estrategia de Andreessen Horowitz

 

Cluely se presenta como una herramienta que ofrece respuestas inteligentes en tiempo real durante entrevistas laborales, procesos académicos o tareas cotidianas. Aunque su propuesta gira en torno a la “eficiencia”, la idea de “hacer trampa” como ventaja competitiva ha generado polémica. El propio socio de a16z, Bryan Kim, justificó la inversión destacando el potencial disruptivo de la compañía y su conexión con una generación acostumbrada a buscar atajos tecnológicos.

Esta movida encaja con el perfil de Andreessen Horowitz, que ha liderado rondas en startups de agentes de IA, infraestructura de chips y plataformas educativas potenciadas por modelos generativos. Su visión es clara: integrar la IA en cada capa de la economía, incluso si eso implica reformular reglas tradicionales.

 

Un contexto legal cada vez más tenso

 

La inversión en Cluely llega en un momento crítico para la industria de la inteligencia artificial, donde grandes disputas por derechos de autor están en curso.

  • La BBC vs. Perplexity AI: el medio británico acusa al buscador impulsado por IA de extraer y reproducir su contenido sin autorización. La BBC exige la eliminación de sus datos, compensación económica y un compromiso para cesar futuras extracciones automatizadas.

  • Getty Images vs. Stability AI: en Londres, avanza un juicio clave en el que Getty acusa a la empresa detrás de Stable Diffusion de utilizar sus imágenes sin licencia para entrenar modelos generativos. El fallo podría sentar un precedente para todo el sector de la IA generativa.

  • Regulación en marcha: Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido han comenzado a definir los límites legales para el uso de contenido protegido en el entrenamiento de modelos. En mayo de 2025, la Oficina de Derechos de Autor de EE. UU. publicó un informe que advierte que el “uso transformativo” no cubre prácticas de scraping masivo para fines comerciales.



 

Propiedad intelectual vs. desarrollo tecnológico

 

En el núcleo de esta discusión está la tensión entre dos fuerzas: el respeto a los derechos de autor y la necesidad de entrenar modelos cada vez más capaces. La mayoría de las IA generativas se nutren de grandes volúmenes de texto, audio e imágenes disponibles en internet. Sin embargo, los creadores de ese contenido, medios, artistas y escritores comienzan a exigir transparencia, licencias claras y remuneración.

Frente a esta presión, algunas compañías han adoptado herramientas de watermarking o filtros para evitar reproducir contenido protegido. Sin embargo, la falta de un estándar global unificado y la velocidad con la que evoluciona la IA hacen que la regulación avance más lento que la tecnología.

 

Implicaciones para empresas, creadores y reguladores

 

La inversión en Cluely y los litigios actuales muestran que el sector tecnológico está dispuesto a ir al límite de lo legal y a veces cruzarlo con tal de ganar ventaja en la carrera por la inteligencia artificial. Para los distintos actores del ecosistema, esto implica:

  • Empresas de IA: deberán adoptar sistemas más rigurosos de control de datos y apostar por modelos de licenciamiento negociado con creadores.

  • Titulares de derechos: necesitan organizarse y generar plataformas que permitan licencias colectivas o tecnología para rastrear el uso de su contenido.

  • Reguladores: deben acelerar la emisión de normativas claras y específicas para evitar zonas grises que fomenten prácticas abusivas o ilegales.

 

Entonces…

 

La inversión de Andreessen Horowitz en Cluely no es solo una noticia de capital riesgo. Es una señal clara de hacia dónde se dirige el debate sobre inteligencia artificial: a una frontera difusa entre eficiencia, legalidad y ética. En medio de disputas por derechos de autor y nuevas leyes en desarrollo, la industria deberá redefinir las reglas del juego para que la innovación no implique atropellar la propiedad intelectual.

El caso Cluely representa una oportunidad para reflexionar: ¿queremos una IA que haga trampa en todo, o una que respete las normas mientras redefine lo posible?