Los colores también inciden en la disposición de las personas. Pueden llevarte a un estado creativo o incluso una sensación de agobio e incomodidad. Todo depende de la combinación que elijas.

El negro, por ejemplo, está relacionado a la autoridad, la seducción, la negación o la elegancia. El verde es naturalidad, riqueza o masculinidad. El azul es tranquilidad, juventud y frescura. El naranja es creatividad y alegría.

Así, todos los colores evocan una emoción. Por ende, es bueno que cuando pienses en aumentar tus ventas, consideres los colores que exhibes a tus clientes.

Imagina una gráfica para redes sociales, un banner en una página web o un material POP para la vitrina de una tienda. Todos estos insumos visuales tienen información que está posicionada en el espacio de acuerdo a la atención que requieren.

Esto se debe a que las personas deciden en cosa de segundos si mirarán ciertos elementos, si le dedicarán un poco más de tiempo para interpretarlos, o simplemente ignorarlos por completo.

Todo dependerá del peso visual que tenga la gráfica. Es decir, la distribución de los elementos en el espacio visual.

Piensa en todos los trailers de películas que has visto. Seguro más de alguna tenía un efecto de sonido de impacto al final del video, y probablemente te dejó los "pelos de punta".

Ese es el poder del sonido, y en especial, de la música, que es capaz de transportarte a diferentes sensaciones. Hay estudios que demuestran que los ritmos lentos pueden hacer que un cliente se tome más tiempo para tomar una decisión de compra, mientras que las melodías rápidas impulsan a las personas a tomar una actitud más acelerada.

En Starbucks la música es relajante para que sus clientes pasen un buen rato en el local, mientras que en los comerciales de parques temáticos como Fantasilandia, el sonido te transporta a la euforia para asimilar la música con la adrenalina. Todo depende de tu producto.

Si sabes lo que es el "olor a nuevo", seguro entiendes este estímulo. Se trata de aquellos olores que nos evocan buenas sensaciones, como el olor a pan recién horneado, el olor del café o el olor a leña de bosque.

Hay productos cuya calidad depende este estímulo, como los perfumes o los jabones para manos, pero si lo que vendes no necesariamente está asociado a esta industria, de igual manera debes pensar en la sensación que quieres provocar a través del olfato.

Muchas tiendas utilizan aromatizantes artificiales para transportar a sus clientes a una emoción, y es que el buen olor predispone a las personas a tomar una actitud de compra con la percepción de estar adquiriendo un producto de calidad.

Si con tu producto puedes apelar al instinto de las personas, inténtalo. Por ejemplo, la supervivencia es un instinto común en la mayoría de los animales.

Hay empresas del cuidado de la salud que desarrollan campañas basadas en el miedo, mostrando los efectos de cierta enfermedad en el cuerpo que puede ser solucionada con el producto. Así también lo hacen las empresas de seguros. 

Otro instinto es el de la discriminación. De hecho, la ejercemos con decisiones sencillas, como elegir un alimento del refrigerador, o elecciones complejas como qué carrera estudiar en la universidad. 

Al apelar a la comparación, puedes poner en perspectiva los valores que tiene tu marca versus la competencia. Piensa en los comerciales de lavalozas, cuando te dicen "a diferencia de otros productos, el nuestro te permite lavar todos los platos con una sola gotita" ¡Seguro lo has escuchado!